lunes, 29 de agosto de 2011

Fragmento de la carta del Subcomandante Marcos a Luis Villoro (Sobre el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad).


TAL VEZ…
(Carta Tercera a Don Luis Villoro en el intercambio sobre Ética y Política) 

EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL
MÉXICO.
Julio-Agosto del 2011.
Para: Don Luis Villoro.
De: SupMarcos
(...) 

IV. Nombrar a los muertos y su historia.
Mariano Anteros Cordero Gutiérrez, era su nombre. Estaba por cumplir 20 años cuando, el 25 de junio del 2009 en Chihuahua, Chihuahua, fue asesinado.
El padre de Mariano, el Lic. Mariano Cordero Burciaga, se entrevistó con el entonces gobernador del Estado de Chihuahua, José Reyes Baeza, éste le dijo que el asesinato había sido una confusión callejera. Unas semanas después de los acontecimientos, la representación del Colegio de la Barra de Abogados del Estado pidió una explicación de los hechos a las autoridades correspondientes. Éstas respondieron que había sido “un ajuste de cuentas entre narcotraficantes”. Culpar a la víctima.
Aquí unos jirones de su historia:
Mariano estudiaba en el Instituto Tecnológico de Parral (ITP) la carrera de ingeniería en gestión empresarial y había recibido la carta de aceptación para estudiar la carrera de derecho en la Universidad Autónoma España de Durango, Campus Parral.
Antes de estos estudios fue misionero voluntario, en el Internado Marista del poblado de Chinatú, Municipio de Guadalupe y Calvo, Chihuahua. Era responsable de 32 niños indígenas que estudiaban la primaria en dicho internado.
Mariano era un joven zapatista, de ésos que luchan sin pasamontañas. En marzo de 2001, junto con su padre, participó como cinturón de paz en la Marcha del Color de la Tierra. En 2002 marcha en las diferentes manifestaciones del altermundismo en Monterrey, Nuevo León, con motivo de una cumbre de jefes de Estado donde estuvo Bush pero también Fidel Castro. Al momento de morir, Mariano guardaba en un morral de uso cotidiano la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, el Manifiesto del Partido Comunista y su último libro adquirido: “Noches de fuego y desvelo”.
Cuando hicimos nuestro recorrido de la Otra Campaña por el norte de México, a nuestro paso por el estado de Chihuahua, el joven Mariano asistió a una de las reuniones. Al terminar, pidió hablar conmigo a solas.
¿La fecha? Noviembre 2 del 2006. Unas semanas antes, el 17 de octubre de ese año, Mariano había cumplido 17 años.
Nos sentamos dentro del mismo cuarto donde había sido la reunión. Palabras más, palabras menos, Mariano me manifestó su deseo de venir a vivir a una comunidad zapatista. Quería aprender.
Me sorprendió su sencillez y humildad: no dijo que quería venir a ayudar, sino a aprender.
Le dije la verdad: que lo mejor era que estudiara una carrera universitaria y que la terminara, porque acá (y allá, y en todos lados) la gente de honor termina lo que comienza; que mientras no dejara de luchar ahí, en su tierra, con los suyos.
Que ya con sus estudios terminados, si seguía pensando igual, tendría un lugar con nosotros, pero a nuestro lado, no como maestro ni como alumno, sino como uno más de nosotros.
Cerramos el trato con un apretón de manos.
7 años antes, el 8 de mayo de 1999, cuando Mariano tenía 9 años, yo le había escrito un mensaje en una hoja de cuaderno:
“Mariano: Llegará el momento, (no todavía, pero llegará, es seguro) en que en tu camino encontrarás otros que cruzan y tendrás que escoger uno. Cuando llegue ese momento, mira hacia adentro y sabrás que no hay opciones, que es sólo una la respuesta: ser consecuente con lo que uno piensa y dice. Si esto está firme, no importa el camino ni la velocidad del paso. Lo que importa es la verdad que ese paso anda.”
Hoy nombramos a Mariano, a su historia, y desde esta geografía le mandamos a su familia un abrazo zapatista de herman@s que, aunque no cure, sí alivie…
V. ¿Juzgar o tratar de entender?
También desde nuestra geografía hemos tratado de seguir con atención el paso del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza Javier Sicilia.
Sé bien que juzgar y condenar o absolver es el camino preferido por los comisarios del pensamiento que aparecen a uno y otro lado del espectro intelectual, pero acá pensamos que hay que hacer un esfuerzo por tratar de entender varias cosas:
La primera es que se trata de una movilización nueva que, en su proyecto de constituirse en movimiento organizado, va construyendo sus propios caminos, con logros y caídas propios. Como todo lo nuevo, pensamos que merece respeto. Ellos pueden decir, con razón, que se pueden cuestionar las formas y los métodos, pero no las causas.
Y también merece atención para tratar de comprender, en lugar de hacer juicios sumarios, tan caros a quienes no toleran nada que no esté bajo su dirección.
Y para respetar y comprender hay que mirar hacia arriba, pero también hacia abajo.
Cierto que arriba llaman la atención e irritan los arrumacos que reciben los responsables directos de tantas muertes y destrucción.
Pero abajo vemos que, en familiares y amistades de las víctimas, despierta esperanza, consuelo, compañía.
Nosotros pensábamos que tal vez era posible que se levantara un movimiento que detuviera esta guerra absurda. No parece que así sea (o no todavía).
Pero lo que sí se puede apreciar, desde ya, es que hizo tangibles a las víctimas.
Las sacó de la nota roja, de las estadísticas, de los míticos “triunfos” del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, de la culpa, del olvido.
Gracias a esa movilización, las víctimas comienzan a tener nombre e historia. Y la patraña del “combate al crimen organizado” se desmorona.
Cierto que todavía no entendemos el por qué se dedican tanta energía y esfuerzos a la interlocución con una clase política que, desde hace tiempo, perdió toda voluntad de gobierno y no es más que una pandilla de facinerosos. Tal vez lo irán descubriendo por sí mismos.
Nosotros no juzgamos y, por lo tanto, ni condenamos ni absolvemos. Tratamos de entender sus pasos y el anhelo que los anima.
En suma, el digno dolor que los acuerpa y mueve, merece y tiene nuestro respeto y admiración.
Pensamos que es lógico que se dialogue con los responsables de los problemas. En esta guerra, es razonable dirigirse a quien la desató y la escala. Quienes critican que se dialogue con Felipe Calderón Hinojosa olvidan esto tan elemental.
Sobre las formas que ha tomado ese diálogo, han llovido críticas de todo tipo.
No creo que a Javier Sicilia le desvelen las críticas ruines de, por ejemplo, el Paty Chapoy de La Jornada, Jaime Avilés (igual de frívolo e histérico), o las vilezas del Doctor ORA (de quien en ningún lugar se dice que sea de izquierda ni que sea congruente) a quien sólo le falta decir que Sicilia mandó matar a su hijo para “impulsar” la imagen de Felipe Calderón Hinojosa; o los señalamientos que le reprochan no ser radical, hechos precisamente por quienes enarbolan como un logro el “no haber roto ni un vidrio”.
En su correspondencia (y me parece que en algunos actos públicos), Javier Sicilia gusta de recordar un poema de Kavafis, en especial el verso que dice: “No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes, ni la cólera del airado Poseidón”. Y esos críticos histéricos no llegan ni de lejos a eso, así que los patéticos rencores de esos hombrecitos no llegan más allá de sus pocos lectores.
Lo real es que ese movimiento está haciendo algo por las víctimas. Y eso es algo que ninguno de sus “jueces” puede alegar a favor propio.
Por lo demás, ni Javier Sicilia ni algunos de sus allegados desprecian las observaciones críticas que reciben desde la izquierda, que no son pocas y sí son serias y respetuosas.
Pero no hay que olvidar que son observaciones, no órdenes.
Transcribo el final de una de las cartas privadas que le hemos mandado:
“De manera personal, si me lo permite, le diría que siga con la poesía, y el arte en general, a su lado. En ella se encuentran asideros más firmes que los que parecen abundar en el sin ton ni son del palabrerío de “analistas” políticos.
Por eso termino estas líneas con estas palabras de John Berger:

“No puedo decirte lo que el arte hace y cómo lo hace, pero sé que el arte con frecuencia enjuicia a los jueces, clama venganza para el inocente y proyecta hacia el futuro lo que el pasado ha sufrido, de modo que no sea jamás olvidado.

Sé también que el poderoso teme al arte, en cualquiera de sus formas, cuando hace esto, y este arte a veces corre como un rumor y una leyenda entre la gente porque le da sentido a lo que la brutalidad de la vida no puede, un sentido que nos unifica, porque al final es inseparable de la justicia. El arte, cuando funciona así, se convierte en el lugar de encuentro de lo invisible, de lo irreductible, lo perdurable, el valor y el honor”
En fin, tal vez todo esto no venga al caso (o cosa, según)…
VI.- Una pequeña historia.
Y tal vez tampoco venga al caso (o cosa, según) esta pequeña historia que ahora le cuento Don Luis:
El día 7 de mayo del 2011, una columna de vehículos salió de madrugada de la zona zapatista Tzots Choj, transportando hombres y mujeres bases de apoyo del EZLN que participarían, junto con las otras zonas, en la movilización de apoyo al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza Javier Sicilia. Siendo las 0600, uno de los carros volcó y en el accidente perdió la vida el compañero Roberto Santis Aguilar. Siendo muy joven, Roberto se hizo zapatista y escogió “Dionisio” como nombre de lucha.
La historia del compañero Dionisio se antoja sencilla escuchándola contada por sus padres y su esposa. Dice su padre que, en su familia, fue Dionisio el que primero se entró en zapatista:
“Entonces ya que estamos trabajando aquí en la milpa tanteó la hora que vamos platicar allá en la milpa, el miró como que ya no hay gente, ahí dijo vamos a platicar un rato, hay una organización, lo oí que está muy bueno. Entonces ahí empezó a decir, pues empezó a platicar con nosotros, con sus hermanos, entonces ahí empezó a decir que está muy bueno ese organización, parece que hay ayuda para nosotros y así dijo. Entonces así entramos pero primero nosotros lo oímos esa palabra, entonces ya entramos ya nosotros, pues poco a poco fue arrimando todo, también la gente. Así es, entró a la organización ahí.
Entramos nosotros a la organización, es que en ese tiempo pues estamos muy jodido para vivir pues, y es que no hay terreno donde puedas trabajar más pues, no hay pues, estamos muy pobres de al tiro. Luego el mal gobierno hace así, fuéramos a hablar si hay modo de agarrar un pedazo pues así de tierra, ya ni caso hace el pinche gobierno pues, por eso este organización oímos que estaba en este camino y ahí entramos pues con esta organización nosotros, sí, año que entramos, año de 1990, sí.”
Cuatro años después, siendo ya miliciano zapatista, el compañero Dionisio forma filas en el regimiento que toma las cabeceras municipales de Altamirano, Chanal y Oxchuc, llevando una escopeta calibre 20. Las guarniciones gubernamentales fueron derrotadas en esas plazas, pero en el repliegue el compañero Dionisio y otros milicianos fueron tomados presos y torturados por priístas de Oxchuc.
Tal vez recuerde usted, Don Luis, las imágenes que repitieron hasta el cansancio los medios de comunicación nacionales e internacionales: los zapatistas golpeados severamente, amarrados en un quiosco en la cabecera de Oxchuc, la turba priísta gritando y amenazándolos con quemarlos vivos. Un helicóptero gubernamental los trasladó a la cárcel de Cerro Hueco, donde siguieron siendo interrogados con torturas. Lo tuvieron 15 días sin alimento, con apenas agua y lo sacan a las 4 de la mañana para bañarlo con agua fría. No dio información alguna. Fue liberado después, junto con otros presos zapatistas, a cambio del prisionero de guerra general Absalón Castellanos.
Después siguió el Diálogo de Catedral, el Diálogo de San Andrés, la firma de los acuerdos, el incumplimiento gubernamental, la resistencia zapatista.

Decenas de miles de hombres, mujeres, niños y ancianos se negaron a recibir la ayuda gubernamental e iniciaron el proceso de construcción de su autonomía con sus propias fuerzas y la ayuda de la sociedad civil nacional e internacional.
El compañero Dionisio fue elegido como autoridad de un Municipio Autónomo Rebelde Zapatista y fue presidente de la comisión de producción municipal. Cuando nacieron las Juntas de Buen Gobierno, fue miembro de una de ellas. Terminando su servicio comunitario como autoridad autónoma, quedó como promotor local en su comunidad.
De cómo cumplía sus trabajos nos cuenta su esposa:
El compañero antes de que hacía los trabajos decía que él no le importaba el tiempo que lo va a perder y también no es que traiga dinero suficiente, tan siquiera el pasaje que llega donde lo va a hacer trabajo y no le importa de que pierda su tiempo, tan siquiera pues con pozol pues eso es lo que decía antes el compañero cuando hacía el trabajo, que eso lo quiere nuestra lucha. Y él decía que de por sí él está bien convencido de la lucha, que no lo quiere dejar y ya sea cualquier sufrimiento que hay pero él está bien convencido de luchar. Al compañero le gustaría más el trabajo, no le importaría si es que no tiene dinero pero lo que gustaría más es el trabajo, y siempre cuando sale en su comisión o a hacer trabajo como consejo mucha gente ahí en ese ejido está en contra del compañero porque sale haciendo trabajo lo que es de la organización, pues como es ejidatario y siempre le piden la multa que no asiste en las reuniones, otros trabajos que se hacen en la comunidad.
Cuando el compañero Dionisio hacía su trabajo como consejo autónomo, su esposa quedaba trabajando en la milpa o cargando leña. Y comparten el trabajo: cuando el compañero regresa del trabajo en su oficina, llega en su casa y al otro día sale a las cuatro, a las cinco de la mañana para ver su trabajo, ya sea de la milpa o de otros trabajos, pero su esposa siempre lo acompaña para hacer los trabajos, así comparten entre ellos.

El día de la marcha, el 7 de mayo de este año: se levantan a las 2 de la mañana y empezaron a alistarse: moler la masa para las tortillas, preparar la comida para dejar a los hijos, y a preparar pozol para que llevaran a la marcha. Y dice su esposa que, siempre que el compañero Dionisio salía de comisión le decía que nunca se sabe si es que regresa. Esa madrugada salió bien contento. El cuerpo del compañero regresó acompañado de muchas bases de apoyo zapatistas.
Lo acompañaron hasta llegar a su casa.
Cuando hablamos con los familiares del finado compañero Dionisio, nos pidieron que pasáramos estos mensajes a quienes están luchando contra la guerra del mal gobierno:
El padre: este mensaje para el compañero Javier Sicilia y a otros compañeros que han muerto sus hijos a causa de buscar el bien, entonces le mando este mensaje que ánimo en su lucha, que pues para poder vencer al mal gobierno.
La esposa: El mensaje al compañero Javier Sicilia y a otros compañeros que han muerto sus hijos pues ánimo en su lucha, que no dejen de luchar, es el mensaje para luchar juntos.
La madre: que sigan luchando, ánimo con sus luchas y pues siempre a esta situación que si estamos dispuestos a luchar esto va a pasar, y que ellos sigan luchado, y no están solos.
Cierto, no están solos.

La historia del compañero Dionisio es sencilla y, como la de tod@s l@s zapatistas, se puede resumir así: ni se rindió, ni se vendió, ni claudicó.
-*-
Mmh… pues salió larga esta carta. Imagine usted lo que será la dirigida a Don Pablo González Casanova a quien le debo no una misiva sino un libro.
Y ahora que la releo antes de enviarla, se me ocurre que todo lo que en ella se dice tal vez no venga al caso en lo que estamos reflexionando sobre ética y política.
¿O tal vez sí?
Vale. Salud y ojalá haya más empeño en entender y menos en juzgar.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Julio-Agosto del 2011.

Fuente: http://rz941.saltoscuanticos.org/2011/08/29/sci-marcos-tal-vez%E2%80%A6-carta-tercera-a-don-luis-villoro-en-el-intercambio-sobre-etica-y-politica/ 

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