México D.F., 21 de octubre de 2011 (Cencos).-Hay una nueva forma de hacer política que convierte a la vida y a la muerte en procesos de ésta e implanta “regímenes de distribución de la muerte”, dice el filósofo político camerunes, Achille Mbembe, mientras intenta asirse del concepto de Necropolítica para explicar los rasgos que, indentificados globalmente, son característicos de la normalización de la violencia en las sociedades contemporáneas.
La Necropolítica, explica, es un intento por definir lo que ha pasado luego del once de septiembre de 2001 (la caída de las torres gemelas de Nueva York por un atentado terrorista) en el mundo: “Estoy tratando de encontrar un nuevo vocabulario y tener nuevos recursos críticos para nombrar a las depredaciones del neoliberalismo global”, dice como pensando en voz alta y pausado en una conferencia sobre la estética y la violencia en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Mbembe identifica que se ha instaurado a la muerte como el más importante de los tabús, pero al mismo tiempo la violencia está siendo sistematizada y normalizada, integrándola a la vida cotidiana. En términos políticos, “hay un intento de abolir la distinción entre medios y fines, ya que están todos integrados en la idea de un orden democrático. Al no haber esta distinción, se hace una especie de círculo de equivalencias entre ambos y ahí se puede explicar la dinámica de la violencia luego del once de septiembre”. Por un lado, desde los estados democráticos se condena a la violencia y a la muerte que provoca, pero por el otro se le ve como inevitable ante la emergencia permanente.
Dentro de estas democracias, que no funcionan como las dictaduras donde las formas de totalitarismo son usadas frontalmente, “llegamos al final de la política de tipo deliberativo e inicia la instauración del secreto”, dice el filósofo al referir que “el estado de excepción se ha convertido en algo ordinario”.
Según su explicación, es que se configura una serie de guerras de “contrainsurgencia global” cuyo fin último es el control sobre las personas y en este contexto de perpetuo estado de excepción se plantea la lógica de que ”la única forma de estar seguro es limitando la libertad y suspendiendo los derechos de la población”.
Así, Mbembe identifica “una naturaleza asimétrica de los tipos de guerra que se abordan” y enlista algunas de sus características:
“Se acabo la guerra en que un soldado se opone a otro, en su lugar, se da cada vez más la oposición de militares a civiles y estos se convierten cada vez más en el blanco directo, y no colateral, de la guerra”.
“La mayoría de estas guerra son guerras de infraestructuras, porque destruyen las condiciones básicas de la vida y regresaran a la sociedades a sus inicios.”
“Estas guerras se han convertido en formas de trabajo. Los soldados se les recluta en mercados de violencia y esto mercados permiten el acceso a los recursos naturales y además el efecto es que se vincula a las poblaciones locales, a donde se lleva la guerra, con otros mercados en la economía mundial.”
Vivimos una “globalización unificada por la violencia”, concluye y dice que estamos de alguna forma "balcanizadamente globalizados"; “estamos viendo una militarización de todo el mundo, la militarización de las fronteras, la proliferación del horror y la reedición del apartheit, y la multiplicación de los métodos de inmovilización para que toda la población este quieta y solo se puedan mover por el mundo aquellos a los que les pertenece”, concluyó en este seminario que forma parte del programa campus extendido del MUAC.
Fuente: http://cencos.org/node/27806
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